El hecho de que la marihuana o el hachís se hayan considerado como drogas menos peligrosas que la heroína o la cocaína, ha dado lugar a la creencia de que no supone riesgos para su salud. Las últimas investigaciones desvelan que al menos el 40% de los estudiantes de Secundaria han consumido alguna vez.

Razones para iniciarse en el consumo, o simplemente probar, son la curiosidad de experimentar sensaciones nuevas, la transgresión de las normas, la búsqueda de diversión, la necesidad de sentirse adaptado e integrado en el grupo de amigos y la relajación y evasión ante los problemas cotidianos.

Teniendo en cuenta estas motivaciones, es habitual que los jóvenes prueben eso de lo que tanto y tan bien se habla. Y se inician, sin ser conscientes de que esta sustancia puede dificultar los procesos de desarrollo y maduración física, intelectual y afectiva. Además de las alteraciones que produce en la memoria y el aprendizaje, que pueden suponer el fracaso escolar y condicionar las posibilidades de adaptación social en el futuro.

Muchos consumidores lo hacen de forma muy esporádica y se quedan ahí, pero muchos otros, sin darse cuenta, poco a poco, llegan a un consumo muy continuado.

¿Cuáles son los efectos derivados de este consumo reiterado?

Alteraciones respiratorias, cardiovasculares y procesos cancerosos similares al tabaco; alteraciones en el aprendizaje y la memoria (p. ej. de la capacidad para filtrar, organizar e integrar la información), que afectan seriamente al rendimiento escolar o laboral; síndrome amotivacional caracterizado por apatía; alteraciones del metabolismo con aumento de apetito; reducción del sistema inmunitario y alteración de la reproducción celular; afecta al funcionamiento de las hormonas sexuales y disminuye el apetito sexual; provoca alteraciones en los fetos de las madres consumidoras; y en personas con predisposición, facilita la aparición de trastornos psiquiátricos graves (brotes esquizofrénicos, alucinaciones, delirios, estados paranoides…).

Ahora tú decides, ¿te arriesgas?